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sábado, 24 de febrero de 2018

¿A qué se le llama educación? Segunda entrega


¿A qué se le llama educación? Segunda entrega 

Revista Libre Pensamiento 

Ser educado significa tomar partido por los oprimidos, marginados e intervenidos por fuerzas foráneas 

Introducción 

Abordamos anteriormente cómo se comprende usualmente la educación, concluyendo que se reduce al conocimiento, sobre todo, instrumental. Concluimos que incluso aquellas definiciones que parecen ser más avanzadas no van más allá de lo que el sistema opresor impone y quedan atrapadas, al fin y a la postre, en la defensa, consciente o no, de las relaciones de explotación.  

La información que difunden las universidades denota, una y otra vez, que más allá de las lindas declaraciones acostumbradas en sus espacios, no prevalece sino la preservación del orden social existente, con algunos avances más de forma que de fondo. De ahí que se insista en reducir la educación a aspectos más bien reñidos con ella o que resultan de menos importancia que la conferida al asunto. Veamos un ejemplo: “… los profesores de las universidades top no sólo hicieron una licenciatura, también pasaron por una maestría, un doctorado, varios años de postdoctorado y, hasta ese momento, tuvieron el currículum apropiado para ser profesores de universidad.[1]

¿Qué implica ser un profesor con currículum adecuado?

Cabe preguntarse: ¿A qué se llama profesor eficiente? ¿Simple y exclusivamente a los que poseen, amén de una licenciatura, una maestría, un doctorado y se encaminan a un postdoctorado? ¿Es eso lo que lo hace en verdad ser poseedor de un currículum apropiado? ¿Quién sino el gran capital transnacional es el que impone estas concepciones de corte retrógrado? 

En un congreso de las universidades públicas de Nicaragua, un asistente preguntó que cuándo se elevaría el nivel académico de los profesores, entendiendo por tal la multiplicación del número de doctores en el país. Desde el mismo público, le respondieron que un licenciado o un ingeniero, sin ningún otro atributo académico, fogueados por años en su labor, muchas veces resultan mejores docentes que aquéllos que sacan pecho con un doctorado o más, pero carecen del ejercicio directo de la docencia en el aula de clase. Porque no son propiamente los años de estudios los que hacen de un docente una persona sobresaliente en su oficio, sino la experiencia poseída. 

En esa visión tan estrecha que acusamos influye, por supuesto, el plano extranjerizante que se cuela en las universidades “tercermundistas”, creyendo que imitando lo que hacen los países más “desarrollados”, se puede alcanzar mejores niveles de progreso. Examinemos al respecto el siguiente planteo: “Dice el presidente Obama que, para 2020, Estados Unidos tendrá, una vez más, el porcentaje más alto de graduados universitarios en el mundo. Establece esta ambiciosa meta nacional, entendiendo que su país debe invertir sabiamente en la economía del conocimiento y en una ciudadanía educada para mejorar los índices de competitividad y prosperidad social.” 

Repárese que acá se está hablando desde parámetros que no ligan con una auténtica educación, sino con una mentalidad transnacional, sobre todo en lo atinente a formar en la competitividad y, formalmente, en beneficio de la sociedad. Por lo demás, no se demuestra interés sobre la calidad ético-moral de las personas que se gradúan; su forma de relacionarse con la sociedad en su conjunto. 

Sigue así: “En contraste […] parece ser que la titulación universitaria no preocupa a los costarricenses, a pesar de que solo el 9.3% de la población ostenta un grado universitario y solo el 13% de esa población […] egresa de áreas estratégicas para el desarrollo nacional, como son las disciplinas científicas, tecnológicas e ingenieriles; los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico […], en cambio, reflejan una tasa promedio del 27.42%. La tasa de participación en educación superior de Costa Rica es la mitad de la tasa promedio de los países más desarrollados y nos conformamos con asumir […] sin cuestionar, que no alcanzan los fondos públicos para financiar los estudios de tanta gente.”[2]

De nuevo resalta que lo importante acá es la titulación universitaria en sí misma y el cumplimiento de los dictados de calidad que impone la OCDE, un organismo enfocado en proyectar los afanes de los países más “adelantados” del planeta en términos de formación universitaria y técnica. Bajo este enfoque, no importan nada los que aspiran a estudiar una carrera. Lo que se oculta con esta visión economicista es que los empresarios conforman la fuerza que está tras las restricciones al ingreso a la academia. Se evidencia, igualmente que, en esa lógica, se estiman áreas estratégicas sólo las que poseen naturaleza instrumental. 

En lo atinente a la falta de empleo, no faltan aquellos planteos que limitan la cuestión a dilemas perversos: a saber que el problema para emplearse, tras culminar los estudios universitarios, se debe a la falta de experiencia y a la no correspondencia de sus competencias con lo que demanda, no la sociedad, sino el mercado, controlado de nuevo por los empresarios.[3] No es fortuito que el empresario (local o global) se presente ahora como el héroe de nuestros tiempos; no como opresor.

¿Qué tipo de vínculos internos y externos poseen las universidades?

Conviene siempre observar el desenvolvimiento que traza la academia en lo atinente a sus vínculos internos y externos porque ello habla por sí mismo. Regularmente, lo que abunda a la hora de buscar información al respecto de su quehacer son cifras diversas que se brindan sin mayor reflexión en cuanto a lo que hay detrás de ellas. En efecto, las mismas muestran que “excepto Uruguay, Argentina, Cuba, Venezuela, que tienen tasas de cobertura altas, el resto de los países de la región […] tienen retos muy grandes por resolver. Países como Paraguay, México, Colombia, todo Centroamérica y gran parte del Caribe hispanoparlante, tienen tasas de cobertura que dejan a decenas de miles de jóvenes, en edad de asistir a la Universidad, sin esa posibilidad.”[4]

No se reflexiona, entonces, en torno a lo que hay tras las frías cifras expuestas. Por decir algo: ¿Por qué los países del llamado primer mundo tienen mayores tasas de coberturas con respecto a los “países en desarrollo”? ¿Por qué Cuba tiene un porcentaje que supera con creces al de la región? Están ausentes además el nivel de preocupación que a la academia le merecen las condiciones en que viven sus estudiantes, profesores, personal administrativo y de servicio; el nivel de compromisos que, en verdad, asume ante las crudas realidades que envuelven a la mayor parte de las naciones de la región latinoamericana y caribeña y, por supuesto, el cuestionamiento de fondo de esa realidad. 

Y Cuba sigue llevándole la delantera al resto de Latinoamérica y El Caribe: “ocupa el lugar 28 entre los países que han logrado o están a punto de lograr la educación para todos en su conjunto (0,95-1,00). Los primeros 5 puestos son ocupados por Reino Unido, Japón, Noruega, Suiza y Finlandia, mientras que España se ubica en el 15. Se trata además del 1º país latinoamericano en figurar entre los de mayor IDE [Infraestructura de Datos Espaciales], seguido por Uruguay en el puesto 40. Su gasto público concerniente a la formación, motivo de preocupación en la mayor parte de los países, de la región, […] ha aumentado […] pasando “del 6,9% en 1999 al 13% en 2012.”[5]

Está bien que se diga todo eso, pero se silencia que si Cuba ha alcanzado tanto en el plano de la formación universitaria ello se debe a su condición de país socialista. Otros países lo logran pero a costa de despojar de riqueza a la mayoría de naciones del mundo. 

En Chile nos dice una fuente, el 100 % de los graduados cada año tiene empleo asegurado, añadiendo que es así porque en él la formación universitaria es privada.[6] Habría que verlo. Lo que omite semejante planteo es que en Cuba todas las universidades son públicas y la calidad de las mismas supera a las de Chile. Gracias a la revolución en la isla todo ciudadano que cumpla los requisitos de ingreso a la academia tiene su acceso garantizado a la misma. En el resto de la región, como evidencian las noticias procedentes de distintas partes de la misma, los universitarios luchan por disfrutar de aquello que la isla garantiza. 

Según datos de 2013, la matrícula total preliminar superaba los 205 mil estudiantes; la del curso diurno era de 142 mil (70%). Se concentraba “en ciencias médicas (52%), ciencias técnicas (18%), ciencias pedagógicas (10%), ciencias sociales y humanísticas (6,5%) y ciencias económicas (4,4%).”[7] Nada que ver con el predominio de lo instrumental. 

Conozcamos esta deformidad que está a la vista, toda vez que se plantea algo por completo inaceptable para el mundo académico, supuesto centro de educación: sin tapujos se aplica un concepto netamente mercantil a la universidad, y se señala que su lema es “satisfacer las necesidades y expectativas del cliente […]. Si lo que pide no tiene sentido para la empresa, se tendrá que dialogar con el cliente para convencerle de lo contrario con argumentos válidos. […] Ahora quien manda es el que compra no el que produce.”[8]

Dejaremos acá la segunda entrega de este escrito. Mientras tanto, estaremos abocados a la preparación de su tercera entrega.



[1] Enrique Pazos. Por qué nuestra educación superior se queda atrás. https://nomada.gt/por-que-nuestra-educacion-superior-se-queda-atras/
[4] Roberto Escalante Semerena. Matriculados, egresados y titulados de las universidades: el panorama latinoamericano. http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/roberto-escalante-semerena/matriculados-egresados-y-titulados-de-las-universidades-el-panorama-latinoamericano
[5] UNESCO: Cuba es el único país que ha logrado cumplir los objetivos para 2015http://noticias.universia.es/educacion/noticia/2015/04/09/1122936/unesco-cuba-unico-pais-logrado-cumplir-objetivos-2015.html
[6] Mario Mamani Morales. LOS TITULOS UNIVERSITARIOS. A ojos vista. http://www.erbol.com.bo/opinion/ojos_vista/los_titulos_universitarios
[7] Educación Superior cubana: Formar profesionales competentes comprometidos con la Revolución. http://www.cubadebate.cu/especiales/2013/09/10/284243/#.WnyU86iWaM8
[8] ARMANDO RUGARCIA. LA CALIDAD TOTAL EN LA UNIVERSIDAD.  http://resu.anuies.mx/archives/revistas/Revista89_S1A4ES.pdf

1 comentario:

  1. La Educación es la formación de los Padres a los hijos, en lo mas elemental la Educación es el reconocimiento de las buenas y sanas costumbres para ser un buen ciudadano educado no se requiere un titulo, sin embargo la educación recibida desde la infancia es motivación para superarse estudiando y obteniendo un titulo en mi opinión el joven que desde niño es bien educado por su Padres, el premio a esa disciplina es llegar a ser un profesional, en cualquier area de la educación profesional.

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